Llevamos ya un mes y medio en este Estado de Brasil (BAHIA) y cada vez estamos más convencidos de que se necesitan muchas paginas para trasladar todo lo que es este pueblo
Diríamos un país absurdo y maravilloso al mismo tiempo, surrealista antes de que se inventara el término en el que la locura o la cordura se construyen sobre ecos de cultura, barroco por excelencia, tanto como su propio nombre, el cual lo deben a la fecha de su descubrimiento a manos de Portugueses (1 de Nov. 1500).
Una ciudad de 3 millones de habitantes que tuvo su periodo de esplendor gracias a la esclavitud en las plantaciones de café y azucar en los siglos XVII y XVIII y en el que llegan a haber hasta 365 Iglesias tantas como días el año. Capital del Brasil durante mas de 250 años, un pueblo muy creyente y practicante en el que dicen hoy sus viejos que demasiadas Iglesias para tan pocos santos y seguramente no les falta razón.
La ciudad se ordena en dos niveles uno alto y uno bajo la comunicación entre ambos se salva mediante un funicular (aquí llamado plano inclinado) y también con unos ascensores al que llaman el elevador LACERDA


En el casco antiguo, en la ciudad alta, se teje un laberinto de callejuelas y plazoletas, de rincones misteriosos y callejones sin salida, pero si dicen que todos los caminos llevan a Roma, aquí todas las calles de la ciudad te llevan al Terreiro de Jesús y al Pelourinho, el Pelourinho era la picota, lugar donde según cuenta la historia se azotaba públicamente a delicuentes, a las prostitutas que trabajaban por libre, a adúlteros que no pertenecían a la clase dominante, y de un modo especial a los esclavos. Hoy G a Dios ya no pasan esas, cosas aunque si no se es cauto pueden robarte la cartera en el tiempo de un suspiro.


El próximo domingo 29 de Abril retomaremos nuestra singladura hacia el Norte para recalar en Maceió a unas 250 millas donde nos esperan unos amigos (Guillermo e Isabel) que hemos conocido aquí en Salvador con su barco el TIM-TIM (un Wauzquiez de 45 pies) embarcados también, nunca mejor dicho, en esta apasionante y gran aventura que supone navegar por todo el mundo.
Cuando dejemos atrás esta ciudad recordaremos muchos buenos momentos vividos, y especialmente a una pareja extraordinaria que tuvimos la oportunidad de conocer en el mercado de Sao Joaquín, lugar donde regentan un pequeño restaurante e intentan plantar cara a las dificultades del día que no son pocas, se llaman Jaime y Cristina, tienen un pequeño bar en ese mercado, trabamos muy buena amistad, ellos nos acompañaron un domingo a algunos barrios de la Bahía y a la Iglesia de Bomfin, de la que dicen que ir a Salvador y no verla es como ir a Roma y no ver al Papa. Y también nos llevaron a su casa, una zona tan humilde como alegre, pues mientras tomábamos unas cervezas sentados en la puerta de su morada, no faltó ni un instante los vecinos bailando en la calle a ritmo de bossa nova.
Bien, ahora estamos apunto de partir y los últimos preparativos fueron realizados, solo necesitamos algo mas de tiempo viento y mar para forjar una nueva historia, pero eso ya será desde otro lugar, hacia el norte nos esperan otros Estados (Sergipe, Alagoas, y Pernambuco) quizás desde alguno de ellos.